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Nueve
d�as
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Son los días que le quedan a Barack Obama para salir corriendo o para comenzar a hacer su trabajo, el trabajo para el que ha sido elegido por sus conciudadanos (pero no por el resto de mortales, que salvo alabarle en prensa o criticar a su adversario, poco pudimos hacer). El caso es que allá por el mes de noviembre del año pasado, Obama consiguió un hito histórico pero lleva dos meses ya esperando ponerse a trabajar. Él sabe que hoy por hoy no puede tomar decisión alguna, no está legitimado para hacerlo hasta que jure su cargo. De esta forma, hoy día en EEUU hay un vacío de poder, entre el saliente que últimamente está recogiendo los homenajes de quienes algo le deben y haciendo balances de sus muchas gestiones, agradeciendo a sus amigos (“With a Little help from my friends”) entre los que por cierto, no ha nombrado al del bigote, su escudero “Ansar”, al que nada debe tener que agradecer después de todo. |
De esta forma, Israel campa por sus respetos como quiere. Invade, dispara, mata, sin consideración a ninguna injerencia extranjera, haciendo oídos sordos a los llamamientos de cese el fuego y contando sus víctimas a cien por cada una de las propias. Obama no quiere saber nada de este conflicto de Gaza. No puede ni autorizarlo ni rechazarlo fontalmente. Por ello la ofensiva israelí sobre Gaza no tiene pausa. A las autoridades de aquel país les quedan nueve días para hacer lo peor, lo más gordo, para cometer las peores atrocidades amparados en una guerra que no es pero tampoco es terrorismo de estado. Los terroristas contra los que lucha Israel ni tienen país ni tienen ejército pero tampoco son israelíes.
Son muchas las urgencias que esperan la llegada de Obama, entre ellas sin duda esta invasión de la franja de Gaza, el corte del suministro del gas por parte de rusos y ucranianos (si no se ha restablecido para el día 19, tengo la seguridad que Putin abrirá la llave el día 20, el 21 como muy tarde), la crisis económica galopante, el paro en EEUU es el más alto desde el final de la Segunda Guerra Mundial…
No termino yo de entender muy bien, ni aún apelando a las tradiciones, que un país del tamaño e importancia mundial como es EEUU, pueda tener un vacío de poder de más de dos meses de duración, porque los representantes, que antaño debían recorrer en carro, tren o caballo distancias enormes, tarden en reunirse 60 días para elegir presidente. No es de recibo en pleno siglo XXI en el que incluso podrían votar desde sus casas, que se tarde dos meses en reunir el cuerpo electoral encargado de investir presidente.
No quiero ni pensar que esto sucediera en España, oiríamos
las viejas coplas, los reproches malignos que tratan de ser cómicos,
como aquel que decían los franceses “África empieza
en los Pirineos”.
Claudio
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